LAS LETRAS DE REALIDAD: AUTORA DEL MES LAURA CAFFIERI
Del libro “Proyección astral” Mi despertar
Prólogo:
Esta historia no intenta convencerte de nada. No encontrarás aquí, técnicas ni ejercicios sobre proyección astral. Estas páginas contienen algunos relatos de experiencias que, una vez estuvieron en papel en un diario que Paula, la protagonista, arrojó al viento. Fui Paula por un instante. Mis ojos volaron por su camino; me convertí en su voz que quedó tallada en las letras de este libro. En un vaivén por el tiempo, te invito a transitar su despertar espiritual.
Laura.
Flotando
Los sucesos en los que quedaba dura en estado como de catalepsia siguieron. Fueron muchos, variados y muy traumáticos.
La imposibilidad de moverme volvía abrumador a cada despertar.
Salir del desconocimiento, entender que esto se debía a la separación de mi cuerpo astral del cuerpo físico, no evitó el miedo en el que me sumergía cuando la oscuridad me ataba a la cama y me hacía sentir vulnerable.
Las noches se hacían eternas inventando formas de no dormir y el cansancio le ganaba a mis ojos; los párpados se volvían pesados y acababan cerrándose.
En ocasiones, tomaba la mano de Federico, mi marido en ese entonces, como buscando un ancla que me impidiera volar a la deriva. No sé lo que él pensaría, pero se mostraba atento y parecía creer cada uno de mis relatos; entregaba su mano para aliviar, de algún modo, la ansiedad que todo esto producía.
Nada de lo que hiciera impedía que me enfrentara con la nueva realidad que había llegado para quedarse.
Un día ocurrió algo que dejó atrás, por un momento, todas aquellas noches tormentosas. Desperté y empecé a elevarme, era una sensación agradable. Iba apartándome, poco a poco, de mi cama. Y de mí… o de mi cuerpo.
¿Cómo poder explicar lo que sentí al verme recostada boca arriba, con los ojos cerrados, como dormida? Pero no estaba dormida, no. Estaba arriba, flotando, viendo como mi cuerpo se alejaba de mí o yo me alejaba de él. Extraña sensación generada por este desdoblamiento, por esta separación confusa.
Una brisa acariciaba mi rostro, y ante mis ojos, todo lo que había leído, se me mostraba más claro. Estaba viviendo una proyección astral.
Giraba por todo el cuarto, no lo controlaba. Solo me desplazaba rápidamente como atrapada en un tornado y, de repente, regresé a mi cuerpo, así, abruptamente. Sentí el impacto contra mi colchón y, al abrir los ojos, solamente el techo era testigo.
—
Angel Borda