Por Helena Havrylets,
Docente de la Licenciatura en Turismo y Hotelería de UADE
La actividad turística supo atravesar crisis económicas como la del 2008, políticas como las del 11 de septiembre de 2001 y también sanitarias como las de la gripe aviar, entre otras. De todas se recuperó. ¿El motivo? su inmenso potencial de crecimiento y resiliencia que una vez más prometen una recuperación mucho más rápida que la del resto de actividades económicas. A este punto sumémosle el potencial del teletrabajo, que según McKinsey & Company tiene probabilidades de persistir con total seguridad para la fuerza laboral que está compuesta por empleados con educación superior y altos ingresos. Las empresas (especialmente las tecnológicas) están apostando por el trabajo remoto. Por ejemplo, Facebook pronostica que en no más de 10 años al menos el 50% de sus empleados trabajarán desde casa. Y según Forbes, el 54% de los trabajadores americanos esperan continuar con la modalidad de trabajo remoto pasada la pandemia.
Ahora bien, ¿cómo se relaciona esta perspectiva del futuro del trabajo con la del futuro del turismo? Esta nueva realidad extiende el segmento de demanda a los nómadas digitales que, si bien ya existían antes de la pandemia, ahora pasarán a jugar un rol preponderante en la actividad turística. Las empresas del sector turístico, en especial las de alojamiento, están adaptando sus servicios a los nuevos requerimientos de este público. Así, el WI-FI se ha vuelto vital y debe ser de excelencia, y también se necesitan modificaciones en la infraestructura, pensando en las necesidades de este segmento que no viaja ya solo por trabajo o por placer, sino que elige viajar para vivir como local, mientras trabaja globalmente de manera remota.
Este aspecto se suma a un segundo cambio que le permitirá al turismo adaptarse al contexto: se suman las preferencias de los Millenials y la Generación Z por la sostenibilidad. Todo esto da como resultado una demanda de actividades turísticas y hospedajes que permitan llevar a cabo las tareas laborales y necesariamente que sean responsables con el ambiente y generen impactos positivos en la comunidad.
Una de las expresiones hoteleras que reúne tales características es la cadena de hoteles Selina, que se posiciona como plataforma de estilo de vida, viajes y hotelería. Ofreciendo diversos formatos de alojamiento (desde una cama en habitación compartida, hasta una suite) y espacios de co-working, esta cadena apuesta por proveer servicios para la experiencia completa de un nómada digital en un destino donde, además de experimentar la cultura y gastronomía local, pueda contribuir al programa del hotel Selina Gives Back, que promueve acciones para ayudar a la comunidad.
Este ejemplo no es un esfuerzo aislado por transformar al turismo en una actividad sostenible. Muchas son las organizaciones, lideradas por la Organización Mundial de Turismo (OMT), que entienden que el reinicio de la actividad turística post pandemia debe darse por la senda del desarrollo sostenible. En palabras del Secretario general de la OMT, Zurab Pololikashili, «Esta crisis nos da la oportunidad de replantearnos cómo ha de ser el sector turístico y su aportación a las personas y al planeta; la oportunidad de que, al reconstruirlo, el sector sea mejor, más sostenible, inclusivo y resiliente, y que los beneficios del turismo se repartan extensamente y de manera justa».
Los postulados de Pololikashili se ven confirmados con el surgimiento de la Coalición «Future of Tourism», constituida por las principales ONG´s de turismo sostenible, en aras de velar por que el nuevo turismo priorice los intereses «del destino».
En conclusión, el turismo es un sector que en las sucesivas crisis supo estar a la altura de las circunstancias. Lo que distingue el presente desafío es que esta vez no solo se trata de regresar pronto, sino de regresar siendo mejor, con una oferta más amplia para acoger a los nuevos turistas, más sostenible para cuidar nuestro planeta y en el proceso satisfacer los deseos de las nuevas generaciones.
04 de mayo de 2021