El 11 de mayo de 1950 no fue un día como otros, para María y Omar. Ese día nació Marta Azucena, su hija.
Por supuesto que la llegada de un hijo siempre trae consigo la alegría y la esperanza, pero esta vez había un componente extra: Marta Azucena, la hija del matrimonio integrado por María Márquez y Omar Pérez, era la primer bebé que había nacido en Villa Gesell.
«No, medico no había -recuerda Marta-, partera, menos. Yo me adelante a lo previsto y entonces hubo que improvisar. En realidad en esos años los que vivían en la Villa, debían que improvisar mucho, pero un parto era otra cosa.»
Sin médico ni partera, se debió recurrir a los vecinos, a las vecinas en realidad. Las convocadas a las apuradas por Omar -el papá-, para que asistieran a su esposa fueron Aida Carlini y Angélica Rodríguez, esta última era enfermera.
«Todo salió bien y aquí estoy», dice sonriendo Marta, quien aporta otro datos que podrían calificarse de curiosos. «Desde mayo de 1950, cuando yo nací, hasta febrero de 1951, hubo cinco nacimientos y fueron todas nena. Recuerdo algunos de ellas, una de apellido Domínguez, a Gabriela Stramigiolli y Susana Monte, por ejemplo.»
El recuerdo continua. «Mi papá trabajaba en el hotel Parque, que era de la familia Ronco y también trabajó en unos departamentos que eran propiedad del coronel Agüero.»
Mientras habla, Marta señala hacia los lugares donde estaban o están ubicados los lugares que nombra, mechando en la conversación, como para subrayar situaciones, una sonrisa franca y contagiosa.
«El primario lo hice en la Escuela Nro. 12 «Gabriela Mistral», que después cambió para ser la Escuela Nro. 1.» Entonces aparecen en el recuerdo los apellidos de algunos de sus compañeros como, por ejemplo, Palomeque, Gramajo o Canchelara, todos ampliamente conocidos en la Villa.
«Mi secundario los hice en el Colegio San José, de Madariaga. Realmente no era ni fácil ni cómodo viajar diariamente a Madariaga. Primero lo hacíamos en una Estanciera que pertenecía a Carlos Berg. Después, en otra, que era del señor Faramiñan. Si llovía o estaba por llover, teníamos que salir alrededor de las cuatro de la mañana, porque el camino podía ponerse muy pesado. En cambio, en los días normales salíamos a las cinco y media, seis; de todas formas nunca viajábamos menos de tres horas para llegar.»
No eran muchos los habitantes de Villa Gesell, durante el tiempo de su niñez, lo que significaba que la diversión o el cómo ocupar el tiempo libre tenía sus particularidades.
«Vivíamos como en una gran familia. Los fines de semana podíamos reunirnos para comer en alguna de las casas vecinas. También escuchábamos radio y los chicos -por supuesto-, se enfrentaban en largos partidos de fútbol. Un poco más adelante, podíamos ver alguna película al aire libre. El lugar estaba en Avenida 3 entre Paseos 104 y 105. Allí había un corralón de materiales que se acomodaba para dar cine.»
Para ubicar mejor el lugar, Marta hace referencias netamente geselinas, al señalar que luego, en el predio del corralón donde se daba cine, se construyó el local para lo que podría llamarse sin duda alguna, la primera almacén en la Villa. La regenteaba un italiano, Silvio Leni, quien permaneció en el lugar varios años, hasta que el local fue arrendado por la empresa Río de la Plata, cuando comenzó a prestar sus servicios.
La ubicación exacta del lugar era a unos treinta metros del cruce de la Avda. 3 y el Paseo 105, sobre la vereda Oeste, en dirección Norte.
«Un poco después comenzó a trabajar el cine «Quick» -actualmente la Casa de la Cultura-, que tenía una particularidad; cuando faltaban unos quince minutos para comenzar la función, hacía sonar una sirena, que repetía momentos antes de empezar a proyectarla.»
Marta también rememoró la primera confitería bailable, «La Redonda», en Avenida 1 y Paseo 110 y al «Pipach», donde actualmente funciona la Secretaría Municipal de Cultura, un lugar emblemático que también fue punto de reunión para los geselinos y los turistas.
«Las temporadas que vivíamos eran distintas. Iban de diciembre a marzo, unos cuatro meses. Muy pocos veraneaban menos de un mes y había muchos turistas que se quedaban los cuatro meses. La playa era inmensa y, antes de llegar a ella, había que cruzar los médanos. Ahora ya no quedan muchos.»
La charla, que se mantuvo en un amplio salón del hotel en el que Marta cumple funciones todo el año, también sobrevoló oros temas. «Siempre me gustó el trabajo relacionado con el Turismo, dijo, por eso mi continua relación con la hotelería.»
Finalmente contó que tiene dos hijos, Natalia y Sergio, y que a pesar de conocer distintos lugares del país y de América, «no hay otro lugar mejor que Villa Gesell.»
Marta falleció el 6 de marzo de 2023 a los 72 años.